Factores Psicosociales

Estrés agudo y estrés crónico
Estrés agudo y estrés crónico

De las situaciones que pueden producir estrés, algunas se caracterizan por una duración corta pero intensa: Son los llamados estresores agudos, entre los que destacan los accidentes, la muerte de un familiar, sufrir un atraco o agresión física o sexual, ser despedido del trabajo, las rupturas sentimentales, sentirse a punto de morir, sufrir un problema económico importante, el diagnóstico de una enfermedad grave -propia o de una persona querida-, sufrir un atentado o un ataque bélico, sobrevivir a un desastre natural, etc. Son situaciones que cuestionan bruscamente la capacidad de predicción y control de cualquier persona y por tanto, que rompen repentinamente los esquemas de seguridad de quien las sufre. La intensa carga emocional que acompaña a estas experiencias pone a prueba la fortaleza psicológica y si la persona no tiene el suficiente equilibrio emocional en el momento de sufrirlas, o si ya había sufrido situaciones límite anteriormente, probablemente desarrollará algún tipo de trastorno psicológico.

El estrés crónico es el que permanece durante meses o años. Puede tratarse de un estresor agudo que se alarga en el tiempo o que se repite (enfermedad, abusos sexuales, etc), pero también tener un curso insidioso y ser mucho menos evidente, como en el caso de las relaciones disfuncionales o patológicas, cuyo efecto puede ser tanto o más potente que muchos estresores agudos. Así, si bien las relaciones afectivas nos proporcionan seguridad y bienestar, también pueden producirnos estrés, sobre todo cuando son relaciones disfuncionales, es decir, cuando el otro no se comporta como sería de esperar, dada la naturaleza de la relación (uno padre o madre que no proporciona cariño o protección, una pareja que no se corresponsabiliza, un amigo que se aprovecha de la confianza, etc). Las reiteradas frustraciones que conllevan estas relaciones, sobre todo si son provocadas por alguien de quien se depende, pueden minar profundamente la autoestima y el equilibrio emocional de cualquier persona.

Disfunciones familiares y estrés

El ámbito fundamental donde se establecen los vínculos y relaciones afectivas es la familia y donde se pueden encontrar las principales disfunciones, si bien, la mayoría de estas disfunciones también pueden aplicarse a otros grupos humanos estables como empresas, asociaciones, partidos políticos , clubes deportivos, grupos de amigos, etc. Entre las disfunciones más frecuentes, cabe destacar las siguientes:

Roles patológicos: Liderazgo rígido de un progenitor que anula al otro y que abusa de su poder físico, económico, o dureza emocional, para controlar al resto de miembros de la familia. Otra disfunción es la alianza entre un progenitor y un hijo, contra el progenitor dominante, que sitúan a este hijo en una posición de mucha tensión, acaparado por el progenitor más débil y enfrentado permanentemente con el dominante. Otra, es la disfunción que lleva a un hijo a proteger o sustituir a los padres, excesivamente sufridores o débiles, quedándose él sin la necesaria protección de los padres y con el estrés añadido de tener que asumir responsabilidades por las que no está listo. La otra disfunción en los roles, no menos potente, es la que lleva al desplazamiento de los problemas familiares a uno de sus miembros, a los que se considera el problema, y cuyos síntomas incrementan la actitud negativa de los demás miembros de la familia.

Problemas de comunicación: Existen numerosos problemas de comunicación, por ejemplo, no escuchar, huir del tema, concretar excesivamente, irse por las ramas, relacionarlo todo con hechos pasados, etc.; sin embargo, cabe destacar dos fenómenos que, por su frecuencia y poder destructivo, dan lugar a muchos problemas psicológicos: El primero se caracteriza por la tendencia a dar una orden ya continuación dar otra que, de alguna manera , contradice la primera; quien las recibe no tiene escapatoria, pues tanto si sigue la primera como la segunda, será criticado o castigado. La otra, se basa en la descalificación permanente del interlocutor, atribuyéndole opiniones o intenciones que no le corresponden, e impidiéndole, sistemáticamente, que acabe de expresar lo que realmente quiere comunicar.

 

Clima afectivo disfuncional: Por lo general, son disfuncionales las familias que utilizan a menudo la agresividad, los gritos o el chantaje emocional (manipulación que se basa en condicionar el amor a que el otro haga lo que se le pide, o bien, en hacerle sentir culpable del propio sufrimiento). Algunas familias fuerzan el acuerdo permanente entre sus miembros, dando la impresión de no tener problemas, cuando, en realidad, lo que les ocurre es que no les afrontan, ni hablan, y por tanto, no los resuelven nunca. Otras familias, se muestran permanentemente hostiles, discutiendo siempre sobre hechos poco importantes, evitando hablar nunca de sentimientos ni de los problemas de fondo que les afectan.

Limitaciones a la individuación y la emancipación: Se trata de familias que viven muy encerradas en sí mismas y no toleran que ninguno de sus miembros tenga ideas propias, ni relaciones afectivas significativas fuera del núcleo familiar, bajo el pretexto de hipotéticas amenazas exteriores. Cuando algún miembro de la familia intenta emanciparse (un hijo que quiere hacer su vida o un miembro de la pareja que quiere separarse), el resto de los miembros le presiona hasta hacerle desistir, siendo éste uno de los momentos en la que a menudo aparecen los síntomas. En el otro extremo, encontramos familias desestructuradas, o con una estructura poco consistente, incapaces de asumir las propias responsabilidades afectivas y educativas, que no ejercen control alguno sobre las influencias externas y que impulsan a sus miembros a buscar, a menudo en personas o grupos problemáticos, el cariño y apoyo que no encuentran en casa.

En función del grado de disfunción de una familia, la aparición de cualquier nuevo estresor (problema económico, cambio de domicilio, enfermedad, muerte, separación, incorporación de nuevos miembros, etc.) puede agravar las tensiones familiares y afectar a los miembros más vulnerables.

Disfunciones familiares y estrés